martes, 20 de octubre de 2009

Un asunto de faldas

La nave, por fin reparada, volaba plácidamente por el espacio. Algún que otro encuentro con piratas y tras la limpieza del sector Argon Primero del ataque Kha'ak, me había permitido dejarla casi como nueva, al menos, ya podía alcanzar su máxima velocidad y el disponer de algún que otro láser adicional, hacía que los viajes fuesen algo más seguros.


- Desde que el sector Final del Presidente fue arrasado ya nada es lo mismo, parece que la gente se encuentra algo... tensa. Bueno, al menos hemos logrado llegar sin un rasguño a esta estación, creo que nos hemos ganado un merecido descanso.

- ¿Va a abandonar la nave capitán?

- Si, Ruby, voy a ir a la taberna de la estación a ver que se cuece por allí y por si alguien necesita de un piloto experimentado.

- ¿Experimentado?

- Vale Ruby, recuérdame luego que revise tu programación de sarcasmos. ¡Ah si!, y una cosa más, pon a uno de los androides a limpiar el compartimento de carga, el último pirata que llevamos como cargamento lo puso todo perdido. Esto de transportar esclavos ya no es lo que era.

- De acuerdo capitán.

Encaminé mis pasos hacia la taberna más sucia de los barrios bajos de la estación, allí donde las ratas se reúnen para tomar el trago más barato del sector; y donde los ricachones podían acudir sin que nadie realizara preguntas embarazosas en busca de alguien capaz de realizar algún trabajo para ellos. La barra no estaba mucho más limpia que el resto de la taberna y allí dejé caer mis huesos.

- ¡Eh tú, escoria! Dame de beber algo que no me envenene en el primer trago.

- ¡Vaya!, que tenemos aquí, otro busca pleitos.

- No, no quiero pleitos, pero tu cara hace juego con la decoración, quizás mi pistola láser podría lograr que tus sesos se esparcieran mejorándola un poco más.

El tabernero soltó una sonora carcajada.

- Veo que no cambias, ¿eh?

- ¿Para qué voy a cambiar?, vieja sabandija. ¿Ya has matado a alguien con esa porquería que vendes en este antro?

- No, aún no, pero tiempo al tiempo.

Y de nuevo la risa del tabernero se mezcló con el ruido de la taberna.

- ¿Tú sigues con Ruby? ese encanto de máquina debería de estar con alguien mejor que tú.

- Sí, sigue conmigo. Desde luego no se podrá quejar de como la trato.

- Eso es cierto, mejor que a tu ex...

- Olvida ese tema.

- Vale, vale... no te pongas así, hay cosas que no cambian.

El olor de la taberna y el ruido producido por las conversaciones y la música de fondo me envolvían. Que distinto era todo aquello a los viajes espaciales, el silencio, la soledad.

- ¿Me vas a pagar la bebida esta vez antes de largarte?

- ¡Claro!, la fortuna me sonríe, ahí tienes tus créditos y parte de lo que te debía.

- ¿Y el resto?

- El resto... el resto... siempre igual... el resto te lo daré la próxima vez que venga por aquí, ¡me has dejado sin blanca!.

- Te lo perdono por...

El tabernero se quedo en silencio, sus palabras, fuera lo que fuese que iba a decir, quedaron en el interior de su garganta. Sus ojos se habían quedado mirando fijamente la compuerta de entrada.

Me volví lentamente, realmente la figura que se adentraba en la taberna era capaz de sobrecoger los corazones más valientes, una sombra envuelta en velo negro acentuada por el contraluz de los neones del exterior. Una forma imposible de reconocer de movimientos suaves y gráciles se acercaba hasta la barra. Si algo tenía claro es que aquel no era el lugar de semejante criatura.

Una vez en la barra tomó asiento, y lentamente, como si el tiempo se hubiese detenido en aquel preciso instante, deslizó el velo hacia atrás descubriendo así su rostro.

Jamás había visto una mujer tan hermosa como ella, su cabello negro serpenteaba hasta su cintura, y sus ojos verdes reflejaban la luz como dos faros capaces de guiar a cualquier viajero en la inmensidad del espacio. Me perdí en ellos.

- Invita a la dama a lo que desee, pago yo.

Le lance unos créditos al posadero mientras decía esto.

- ¡Maldito embustero, tenías más créditos!

- Luego, vieja rata, eso luego... ahora invita a la dama.

Ella giró su cabeza hacia mi y me sonrió.

- Una dama no debería estar sola en un lugar como este.

- Es el único lugar donde podría encontrar algo.

- ¿Algo?, ¿qué busca? quizás pueda ayudarla.

- Busco a un mercenario, un cazarecompensas, un asesino.

- Bueno preciosa, quizás no sea exactamente nada de eso, o quizás sea todo eso. Podrías... ¿puedo tutearla?. Bien, como decía, quizás pueda ayudarte.

- ¿Ayudarme?, ¿tú? lo dudo.

- Cuéntame tu problema y ya veremos que se puede hacer, porque seguro que algo se podrá hacer.

- Está bien. Hace unas semanas una nave se dirigía a este sector, en ella viajaban mis padres y mi hermano. Unos piratas...

- No digas más, has dado con tu hombre.

- Déjame terminar, quizás te arrepientas de ofrecerte tan ligeramente.

- Bien, continúa.

- Unos piratas asaltaron la nave, sólo querían el dinero pero algo salió mal. Esos salvajes mataron a mi familia.

- Vaya, interesante. Y... ¿cómo sabes tú todo eso?

- Un tripulante se escondió entre un amasijo de cables, no lo vieron.

- Entiendo. ¿Y qué quieres?

- Quiero que los mates, que acabes con esos piratas, te ofreceré diez mil créditos cuando vuelvas, si lo consigues...

- ¿Por qué no acudes a las patrullas?

- Porque no me hacen caso, están muy ocupadas con las naves Kha'ak como para entretenerse en detener a unos simples piratas.
- Bien, acepto el trabajo, ¿tienes alguna pista de donde se encuentran?

- Sí, el tripulante les oyó hablar. Se dirigían al sector Fortuna de Helena para de allí dar un salto a Leyenda de Farnham.

Me tomé un último trago y la besé como despedida. Sus labios y sus ojos eran una trampa para cualquier hombre y yo había caído en ella. Mi corazón, si es que lo tenía, se quedó en la barra de un bar de mala muerte.

- Ruby, tenemos trabajo. Prepara el salto a Fortuna de Helena.

- ¿No vamos a través de las puertas, capitán?

- No, daremos el salto directamente. Aún quedan células de energía suficientes para este último salto.

- Saltando en 10... 9... 8...

- Bien. Abre los ojos Ruby, puede que tengamos compañía.

- Naves enemigas, capitán. Son piratas Yaki.

- ¿Cuántas?

- Cuento cuatro, una quinta se esconde tras un asteroide, el de mayor tamaño.

- ¡Ah sí!, veo el asteroide. Es hora de jugar, veamos que tal se mueven esos piratas entre asteroides. Máxima potencia Ruby.

- Capitán, supongo que no hará falta que le recuerde que un combate en un campo de asteroides es...

- Sí, lo sé, es un suicidio, pero son demasiados, y quizás si nos aproximamos a ellos nos den una ventaja.

Una llamada en el intercomunicador me sacó de mi concentración mientras planificaba el ataque, una voz familiar me saludaba.

- Vaya, veo que has venido, no has tardado demasiado.

No había olvidado su beso, ni su voz...

- Haznos un favor a todos y entréganos la nave, no quiero hacerte daño, me caes demasiado bien...

- Así que la trampa se extiende...

- ¿Cómo dices? ¿a qué te refieres?

- Nada... olvídalo. Si quieres mi nave ven a cogerla. Ruby, corta las comunicaciones.

Se acabaron las conversaciones, las cinco naves Yaki se lanzaron a por mi, no tenía escapatoria, pero el volar entre tanta basura espacial me daba una ventaja, así que me dirigí a los asteroides a máxima velocidad maniobrando entre ellos.

Dos de las naves Yaki cayeron fácilmente al chocar entre ellas cuando intentaban evitar una de las grandes piedras que ahora formaban parte de mi escudo. Quedaban tres, la cosa se igualaba.

- Capitán, han lanzado un misil.

- Ruby, maniobras evasivas, acerquémonos lo más posibles a esos pedruscos.

- Capitán, el misil se ha destruido.

- Estupendo, hora de dar media vuelta, y detén los motores.

- Capitán, nos destruirán.

- Espero que no, esas naves no nos superan en escudo, dejemos que nos alcancen.

Frente a frente, tres naves contra una.

- ¡Fuego! Ahora Ruby, ¡lanza los misiles!.

Tres explosiones iluminaron el firmamento. La nave había soportado el enfrentamiento directo.

- Capitán, hay graves daños estructurales en el casco. Además detecto 4 trajes espaciales con signos vitales en su interior. En uno de ellos se encuentra la mujer que se comunicó antes con nosotros.

- Perfecto, abre la bodega de carga y avisa al androide de limpieza. Otra vez igual, la nave dañada y sin créditos para repararla. Ruby pon rumbo a la base pirata más cercana... Odio transportar esclavos, lo dejan todo perdido.

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