domingo, 11 de octubre de 2009

El Águila

Este relato está basado en un sueño que tuve una vez. Fue tan increíble y tan maravilloso que lo transcribí para no olvidarlo. Espero que os guste.

Imagina un remoto lugar, un lugar donde se ha detenido el tiempo. Una casa de madera en la mitad del claro de un bosque rompe la armonía del hermoso paisaje. En ella un hombre robusto, curtido por el paso de los años limpia su arma, preparada para cazar una nueva pieza para su colección. El hombre se sentía orgulloso, como nadie, de la gran cantidad de animales que había logrado capturar y que se erguían fosilizados en el interior de la pequeña cabaña.


Un día, el hombre decidió salir a cazar. Caminó y caminó, hasta que de pronto se dio cuenta de que se había perdido. Se sentó en una roca y sacó su vieja pipa para disfrutarla, pensaba que ya se preocuparía más tarde de encontrar el camino de vuelta, cuando de pronto se oyó un grito que provenía del cielo.

Una hermosa águila dorada por el sol volaba sobre él. Rápidamente, dejando caer su pipa, cogió el arma, y apuntando al bello animal se dijo, "será la mejor pieza de mi colección". Disparó y fallo, así hasta tres veces consecutivas.

El águila se abalanzo sobre él pero pudo esquivarla. Volvió a disparar y continuó fallando. Había algo que no entendía, pues nunca erraba un tiro. Mientras recargaba su arma, el águila se abatió de nuevo sobre el cazador y lo pudo asir por los hombros. De repente el hombre se encontraba a cientos de pies de altura.
El hombre no sabia que hacer. Gritaba, lloraba, rezaba... pensaba que no saldría con vida de tan extraña situación, cuando de pronto escuchó una voz que le hablaba -Te dejaré libre si me juras no volver a cazar.

Él, creyendo que se había vuelto loco le contestó al águila. - ¡Lo juro, lo juro! si me dejas en tierra destruiré mi arma.

El águila lo posó sobre el suelo, y al hacerlo, el cazador recogió el arma y se echó a correr. Llego a su choza ya entrada la madrugada y se dijo - Esa maldita se acordará de mi. Mañana será una pieza más de la colección.

Al día siguiente, hizo lo mismo que el día anterior pero no encontró el águila. Así pasaron meses y seguía cazando y consiguiendo nuevos trofeos.

Un día, después de haber caminado kilómetros, encontró el águila posada sobre su nido. Disparó y esta vez no erró. La cogió y la metió en su zurrón. El águila seguía viva. Luchaba dentro del saco por escapar pero era imposible, tenía un ala rota.

Una vez llegó a casa, abrió el zurrón y puso al águila sobre la mesa que tenía preparada para disecar al animal. De pronto, un sonido ensordecedor que provenía de las montañas llamó la atención del cazador cuando se disponía a acabar con la vida al animal. Eran cientos, miles de águilas que se dirigían hacia la cabaña. El águila que estaba sobre la mesa se puso en pie y le dijo al cazador - Te di una oportunidad y has fallado.

Las águilas empezaron a dar vueltas alrededor de la cabaña formando un remolino dorado, un tornado de fuego. El cazador empezó a estremecerse de dolor y de miedo. Cayó al suelo, algo ardía en el. El griterío de los animales era ensordecedor. Dios, que dolor, pensaba. No podía soportarlo. De pronto el dolor cesó. Se miró a si mismo y se vio convertido en un águila dorada, tan hermosa como la que había cazado y que ahora le observaba.

El cazador, convertido en águila, se alzó. Miró a su alrededor viendo a los animales disecados y fosilizados que lo rodeaban; y de pronto, una lágrima cayo por su mejilla. Contempló el águila que había cazado y por fin comprendió. Alzó el vuelo, se unió al grupo de águilas doradas; y se perdieron por entre las montañas para nunca mas volver.

Aquí acaba la historia del águila y del cazador maldito. Espero que te haya gustado.

1 comentario:

Crowen dijo...

Pues si,me ha gustado mucho y la moraleja es muy clara, pero no por ello menos hermosa ;)
Me alegra haberte liado para unirte al movimiento de los blogs literarios.

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