lunes, 20 de septiembre de 2010

Valdor Skarth IV

Habían pasado dos semanas desde su encuentro, dos largas e interminables semanas de noches en vela escuchando los ronquidos de su compañero de viaje. Pero pronto Valdor descubrió que el no dormir tenía sus ventajas, aprovechaba para explorar ya que podía ver casi con igual claridad de noche que de día, y de paso, cazaba algún animalillo desprevenido, crudo le parecía un delicioso manjar.


Fue en una de esas noches, cuando la luna llena reinaba los cielos, cuando Valdor descubrió algo al alejarse del campamento en el que el capitán dormía a pierna suelta. Se trataba de una cripta, no muy grande, pero por su decoración y el estado en el que se encontraba, le hacía pensar que podría tener perfectamente unos cincuenta o sesenta años de antiguedad. Con curiosidad se acercó a la puerta de piedra que cerraba el paso.

- Juhmmm... esssta puerta parece muy pessssada, tengo que pensssar en como poder abrirla. No soy un ladrón, pero quizássss el tipo de dentro tenga algo que ya no necesssite y yo ssssí. Total, entre muertossss creo que podremossss llegar a un acuerdo. - y esbozando una pícara sonrisa de medio lado, se puso a examinar los alrededores de la cripta. No tardó mucho en abrir la puerta gracias a un trozo de hierro que debía pertenecer a una reja que rodeaba el sepulcro, y que ahora era prácticamente inexistente.

Se encaminó hacia el interior, y lo primero que vio fue una escalera de piedra labrada que bajaba hacia las profundidades de la tierra. No dudó ni un segundo, con paso firme pero con precaución comenzó a descender. Era bien sabido que algunas tumbas guardaban sus secretos con trampas que eran capaces de acabar con el desgraciado que tratara de profanarlas. Y así fue... Valdor iba atento a sus pasos, por lo que no se percató del mecanismo que se activó al pasar junto a una pared. Con un chasquido, una cuchilla cayó del techo de la escalera. La mortal hoja estaba amarrada a un palo que se prolongaba hasta las alturas, esto hacía que oscilara de un lado a otro como un péndulo.

Valdor fue incapaz de eludir el golpe, al menos no del todo. Pudo evitar que la cuchilla lo partiera por la mitad, pero no que en el movimiento de esquiva, la hoja le cercenara el brazo derecho a la altura del hombro, lo que hizo que cayera escaleras abajo durante un buen tramo.

Valdor no tardó demasiado en recobrar el conocimiento, un par de minutos como mucho. Estaba tumbado al final de la escalera y podía ver a su propio brazo un par de metros más allá de donde él se encontraba. Curiosamente no sentía dolor alguno, pero de la herida manaba una sangre de color oscuro, casi negro pero con cierta tonalidad verdosa.

- ¡Qué assssco! Debo arreglar esssto de alguna manera. Mejor cojo mi brazo, no quiero que ssssse lo coman lasss ratassss, aunque dudo que lo quieran... - Valdor se acercó y cogió el brazo con su otra mano - Ssssi fuera tan fácil como... - Cuando Valdor acercó el brazo a la herida, pudo comprobar como su sangre, o lo que fuera aquella cosa que corría por dentro de él, dejaba de brotar. Poco a poco, la herida se fue cerrando, y en unos segundos la extremidad volvía a estar en su sitio como si nada hubiese pasado.

La cara de Valdor era un poema, si ya de por sí era peculiar por su estado de no-muerte, aquello había logrado que en su rostro se dibujara una mueca de asombro de lo más estrafalaria. No podía salir de su asombro; y de hecho, tardó más en recuperarse de lo que acababa de ver que de la caída que había sufrido unos minutos antes.

- Bueno, esssto ssssí que va a sssser una sssorpressssa para el capitán cuando dessspierte - de nuevo se había dibujado una sonrisa de medio lado en la cara del no-muerto pensando en la broma que le gastaría a su compañero a la mañana siguiente, pero pronto dejó de pensar en su amigo al contemplar el lugar en el que se encontraba.

Estaba en el interior de la tumba de algún tipo de erudito. Las paredes, que alcanzaban hasta el techo de la cripta, estaban repletas de libros, pergaminos y escritos de todas clases. En el centro había un sarcófago adornado con joyas de gran valía al que Valdor ni miró, Había descubierto otro tesoro mucho mayor, el remedio a las largas noches de insomnio. Pero ahora una gran duda se planteaba ante él, ¿proseguir el viaje con el Capitán Kross, o quedarse a estudiar?.

- Juhmmmmm...

2 comentarios:

Percontator dijo...

Voto por estudiar! ;)
¡Ánimo! :3

Crowen dijo...

Valdor en estado puro.
Lo adoro :)

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