lunes, 9 de noviembre de 2009

Gangster

Desde pequeño siempre me han atraído las películas de cine negro, aquellas donde James Cagney brillaba con luz propia. Los planos, los juegos de luces y sombras, las escenas bien cuidadas y tratadas con tanto cariño, detalles que parecen haber quedado en el olvido.

Ahora se llevan los efectos especiales, sí, acabo de ir al cine y he visto el último éxito de taquilla, en fin, lo típico, muchas explosiones, poco diálogo y chicas explosivas.

¿Dónde ha quedado el preciado tesoro de una mirada, de un guiño? El temido disparo, donde jamás se veía una gota de sangre y el estruendo de la detonación ya nos hacía presagiar un amargo trago para los protagonistas.

Sólo nos queda esperar, esperar a que se cansen de mostrarnos vísceras, sangre y cuerpos mutilados, que vuelvan aquellos tiempos dorados del cine donde las sombras eran las reinas de la pantalla grande.

En mi vida he podido disfrutar de agradables momentos en las películas de cine negro, el primer beso de una chica mientras en la pantalla se cometía un violento asesinato. El momento en el que a más de uno le quebraban la cabeza con un bate de baseball. O las descargas de adrenalina al ver como dos bandas rivales se mataban entre ellos sin piedad alguna.

Muchos asesinos y criminales deberían aprender de ellas, las diversas maneras de acabar con alguien sin dejar rastro, los pies en cemento fresco para luego ser arrojado a un río o al mar es mi favorita. Particularmente me parece algo engorrosa, pero llevada al cine queda muy bien. Hollywood es una gran academia para toda clase de oficios.

Bueno, y ahora... ¿que haré? divago entre mis pensamientos ¿veré otra película de uno de los grandes mientras llegan, quizás Hitchcock? Sí, será lo mejor, mi hermano ya se encargará de deshacerse de este estorbo, la familia siempre se mantiene unida en esta clase de desagradables situaciones. El mayor de mis problemas ahora es su sangre, comienza a ensuciar la moqueta, es lo malo de la vida real, un arma siempre conlleva suciedad y más si la bala es disparada a quemarropa directamente al corazón. Al menos ya no habrán más problemas con las recaudaciones de juego en esa zona, como se suele decir "si quieres las cosas bien hechas, hazlas tú mismo".

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